domingo, 25 de enero de 2009

Era una tarde como cualquiera hasta que...




La tarde gris de un verano como todos llega a mí con muchas oportunidades para hacer o deshacer si es que así lo deseaba, yo como en un domingo mas salgo a pasear por el centro de la ciudad bastión de sueños, alegría y diversión para muchos sin distinción…

Luego de presenciar un par de conferencias sobre cine y literatura; por cierto, un tanto aburrida una de ellas; caminaba presuroso cerca de una iglesia respirando el aire soberbio que nos permite continuar con nuestra breve existencia, cuando divise que venia tras de mi a unos cuantos pasos uno de esos chillones y coloridos personajes que se ganan la vida vendiendo dulces ocultando su verdadero rostro bajo un disfraz de mujer propietaria de un vasto trasero conformado, valga la aclaración, por un par de globos bien inflados; al saber que lo mas probable es que se acerque y con el sarcasmo propio de dicho personaje me pida que le compre lo que ofrecía, inmediatamente entre al cine que se encontraba justo alado de la iglesia y de esa manera logre evadirlo. No lo pensé dos veces, desde niño había sentido cierta repulsión sobre aquellos travestidos que de buena manera intentan arrancarnos una sonrisa, no estaba dispuesto a intentar superar uno de mis miedos en ese instante, así que decidí guiarme por mis instintos.
Al entrar al cine y luego de repasar unas 6 veces la “surtida cartelera” de tan solo 8 películas, decidí retirarme de una vez por todas, pero de repente como puesta frente a mi por el destino veo a una gran amiga que se encontraba justo a unos cuantos metros a mi derecha leyendo la cartelera sin el mas mínimo interés, como lo hacia yo minutos antes.
Nos saludamos con el mas sincero afecto y pregunte por la película que pretendía espectar, lo increíble fue que me contara que el motivo de su presencia en el cine no era precisamente el ver una de las tantas películas que estaban en cartelera si no mas bien que huía de los criollísimos vendedores que me habían espantado justo hace un segundo, realmente una coincidencia pensé en ese instante.



Juntos salimos del cine al estar totalmente seguros que el objeto de nuestro temor estaba alejado ya de ambos, y caminamos a paso lento en marcha a nuestros hogares cuando una voz bonachona nos interrumpe el paso y nos dice:



_ Disculpen jóvenes, ¿Me pueden hacer un favor?, venia en taxi y se callo todo mi dinero y…



Al instante mi compañera de caminata pronuncio un “No” seco y cruel que me pasmo, siguió caminando tomándome de la mano, al mismo tiempo, por lo que me obligaba a seguir caminando. Nunca podre olvidar la cara del pobre tipo, su rostro impotente lleno de incredulidad me conmovió al punto que sentí un ligero lagrimeo en los ojos, soy un tonto sensible, lo se; reclame la actitud de esta fémina de escasa humanidad y me espeto un discurso un tanto comprensible:



_ Tú no sabes lo que se siente cuando una es victima de un asalto, a ti no te a pasado aún por eso eres tan ingenuo y no te das cuenta, ese tipo que parece tan “buena gente” posiblemente sea un ladrón que intenta engañarnos, hay muchos de esos sueltos por las calles, se hacen las victimas y luego resultas siendo tu el victimario, deja de ser tan incrédulo, niño…



Sentí cierto rencor por su tan desaforada reacción, me sentí impotente, gire el rostro y la mirada de esta persona sedienta de auxilio se cruzo con la mía, no me decidí por hacer algo, asentí con rabia contenida por no atreverme a acercarme nuevamente y preguntarle que podía hacer por el, pensé que muchas veces hay personas que nos necesitan y el ambiente frívolo de la cotidianidad nos condiciona a observar sin involucrarnos en los problemas de nuestro prójimo; espero que esto no suene a un ferviente devoto religioso porque no lo soy, pero eso es lo que pienso y punto.



Debo reconocer que nunca antes me había sentido tan conmovido por una situación parecida, tal vez esta tarde debía ser especial, debía enseñarme algo; continuamos caminando por las calles de la urbe sin decirnos ni una sola palabra hasta que por fin ella me dice:




- Bueno sí, tal vez me expedí un poco pero es que ahora es difícil encontrar a gente realmente honesta.



Es verdad, ahora es muy difícil pero uno no puede ni debe enmarcar a todos en un mismo cuadro, ¿Y como saber si era o no lo correcto? Esta incógnita también pasaba por mi cabeza, es que el mundo esta tan corrupto que ya no se sabe como habitarlo. Bueno proseguimos caminando e intentamos comer una pizza, pero el hambre huyo de mí ser al recordar el episodio pasado, ¿Por qué me afecta tanto?, posiblemente me vi reflejado en este pobre hombre que clamaba ayuda como cuando yo lo hacia buscando consuelo o una palabra de aliento a un amigo que pudo no venir... Todos de seguro hemos pasado por algo similar, en realidad hemos estado en las dos partes de la historia: los pobres hombres que pedimos ayuda sin ser escuchados y los crueles seres inhumanos que no quieren ver o simplemente ignoran aquellos rostros suplicantes por necesidad; ambas cosas se presentan constantemente en nuestra vida de maneras distintas y a veces decidimos dejarlas olvidadas, pero ahora yo estaba siendo consciente de lo que pasaba, de mi actitud cruel ante una suplica, un no escuchar de motivos, un obviar los sentimientos; yo en algún momento me sentí como una cucaracha pisoteada agonizante en el pavimento con absolutamente nadie a mi alrededor que pudiera ayudarme, tal vez así se sintió aquel tipo del cine…



Proseguimos en nuestro trayecto, ella de lo mas horonda deleitándose con la pasta italiana y yo sin siquiera probar bocado alguno; nos detuvimos en una esquina a conversar de otros temas ya nada relacionados con lo que paso anteriormente quizá trabamos de olvidar quizá nos dejo de interesar, escuchamos un sonido melódico y armonioso al dar un vistazo a la esquina de enfrente pudimos ser participes de un cuadro conmovedor: un anciano que padecía de una enfermedad mental por la cual no era consciente de sus actitudes, bien el tipo nos amenizaba el fin de nuestra travesía con una canción que decía: Y volver, volver, volver a tus brazos otra vez, llegare hacia donde estés yo se perder, yo se perder, llegare hacia donde estés… nos pareció tan gracioso y a la vez tan triste ver que después de entonar la pieza musical agradecía a su publico, mandaba besos a las “jóvenes guapas de la primera fila del teatro” y discutía con su “representante artístico” pues el deseaba cantar una ultima composición lirica; posiblemente este hombre habría sido un apasionado del arte musical y que probablemente no podrá hacer realidad sus sueños de estrella de la canción. Volví a meditar, es imposible no hacerlo con tantos sucesos cotidianos pero a la vez inusuales, será que no siempre logramos lo que queremos, vuelvo a preguntarme ¿Lograre llevar a cabo mi meta de vida?, me sentí estúpido tratando de saber algo que solo el transcurrir del tiempo decidirá.



Mientras admiraba este espectáculo una voz dulce y delgada me dijo: Por favor invítame, quiero comer… me quede helado, sin saber que responder, al instante como iluminada por la providencia mi querida amiga saco una galleta y se la dio; y yo no hice nada, absolutamente nada, tanto me había lamentado por la desgracia de ese pobre hombre, y ahora nuevamente la vida me daba la oportunidad de ayudar a alguien y no pude hacer nada, la pizza estaba ahí inerte en mi mano izquierda sin siquiera ser deseada por mi, y yo no la obsequie aun sabiendo que podía ser devorada por una chiquilla que la deseaba porque , quien sabe, no cenaría por falta de dinero o que se yo.
Esto no podía ser una coincidencia, era algo memorable algo para recordar de por vida, pero a la vez me molestaba tanto que preferí subirme en el primer taxi que encontré y me despedí depositando la tajada de pizza sobre las manos de mi amiga, ya en el taxi no dejaban de desfilar por mi mente los extraños sucesos que me tocaron vivir y volviendo a recriminarme mi falta de humanidad, estaba obsesionado con el tema, no había forma de no sentirme culpable alguien esperaba mi ayuda y nunca se la di, la vida me dio una oportunidad mas de hacer lo que mi corazón me pedía y no lo hice.



Ahora tal vez entienda el verdadero significado de esa tarde, la vida no me daba la oportunidad de ayudar a alguien, la vida me daba la oportunidad de ayudarme a mi mismo, quería que comprenda que siempre recibimos lo que damos, que aprenda a oír a mi corazón y obviar los aullidos de la sociedad oscura y marginal, y sobre todo aprender que la vida no esta para esperarla si no para vivirla sin temores y absurdas cavilaciones….

1 comentario:

Paris dijo...

bueno ray conosco lo sensible que eres.... no por algo eres artista y un gran actor. la verdad que no soy bueno con los comments, tu ya sabes mi apreciacion acerca de tu escrito. nada soli! sigue pa lante y ya sabes.... no importa que palabras uses, lo importante es cuanto sentimiento le pongas.
tu amigos best friend! paris "pachy" :P